Esta vez, me encantaría conversar contigo sobre la importancia de la redacción en la escuela secundaria. También quisiera compartir mi experiencia personal al respecto.
Los que ya me conocen sabrán que, además de redactora profesional y admiradora incondicional de Jorge Luis Borges, soy profesora de secundaria y de bachillerato para adultos en el área de la administración.
Como docente, uno de los retos a los que me enfrento día tras día y año tras año es el desarrollo de sólidas competencias de lectoescritura en mis alumnos, a sabiendas de que el correcto uso del lenguaje oral y escrito les abrirá más de una puerta hacia el enriquecimiento personal, académico o laboral.
¿Cómo lo hago? A continuación, te cuento un poco.
Mi granito de arena
En mis espacios curriculares, enfrento a los alumnos con resoluciones de casos que tendrán que leer lenta y comprensivamente. También selecciono artículos de interés y les enseño a realizar mapas mentales.
Trabajo mucho la aplicación de las poderosas herramientas que nos provee la administración estratégica; en especial, el modelo Canvas, el análisis FODA y el motor de crecimiento, ya que pueden resultarles de utilidad para un emprendimiento personal o para la vida misma.
Promuevo, además, una activa participación en los foros del aula virtual que abro cada año en Mipizarrón.com, donde mis alumnos deberán desarrollar el pensamiento sistémico, explicar estrategias y fundamentar posturas sin hacer uso del lastimoso copy & paste (absolutamente prohibido) que tantos sinsabores acarrea en un futuro educativo superior.
Este año he creado, además, aulas virtuales a través de Google Classroom. La app, que puede descargarse desde Google Play Store, permite que tanto alumnos como profesores gestionen sus tareas directamente desde el teléfono móvil, lo cual facilita la recepción, el intercambio de materiales y el envío de calificaciones.
Corrijo implacablemente cada falta de ortografía o de sentido que encuentro en sus producciones, los invito a incursionar y les enseño distintos tipos de redacción: informes de investigación, entrevistas, monografías, textos técnicos tales como planes de negocios, cartas comerciales y curriculum vitae.
Por cierto, aliento constantemente a mis alumnos a poner por escrito tanto sus propias conclusiones como las de los diversos autores que tendrán que analizar durante el año, sin caer en el plagio.
Todos mis alumnos aprenden a investigar eficazmente en Internet, a colocar correctamente las comillas en las citas textuales y a consignar las fuentes como corresponde.
El camino no es fácil, lo admito
Los estudiantes, habituados a la vertiginosa cultura comunicacional de los smartphones, muchos ya cansados de tantos años de escuela o casi a punto de egresar, no quieren saber nada de leer textos extensos. Mucho menos, de escribirlos.
Aun así, insisto en mi derrotero con las letras y enfatizo la importancia de la redacción. Hago oídos sordos a quejas y resoplidos y paso horas y horas colocando tildes, tachando o agregando haches arteras y reescribiendo frases de confusa o desastrosa redacción.
Finalmente, evaluación, informe o trabajo práctico en mano, explico uno por uno a mis alumnos que, si bien he comprendido lo que intentaban explicar (soy la profe, claro), un texto mal escrito puede arruinar un examen, impedir el ingreso a un buen trabajo y hasta dejarlos sin chances con algún amor. Esto último les preocupa un poco.
Algunos no pueden creer todo lo que puede corregirse en una hoja. Otros, me miran sorprendidos. A muchos no les importa demasiado… Creo que entienden que les ha tocado en suerte una profe un tanto nerd, alguien con una especie de TOC o un ser extraño con algo por el estilo.
Aprenden un poco renegando de su mala suerte, un poco asombrados, otro poco a los tumbos… Algunos por orgullo, otros por genuino interés; unos más, otros menos…