Como un último adiós al perturbador 2020 que al fin se ha ido, he dejado en Amazon mi primer libro autopublicado.
Muy sencillo, no es más que un conjunto de haikus, un manojo imperfecto de palabras escritas durante un tiempo para mí más difícil que el que acaba de terminar.
No sé si alguien querrá leerlo… Pero me gustó dejarlo a la deriva en esa galaxia online en la que muchos buscan hacer negocio con novelas y libros de cocina, emprendimiento, coaching, autoayuda y muchos otros temas.
Me ilusiona pensar que tal vez una persona, única en el universo, encuentre ese jirón de mi alma flotando en el ciberespacio.
Haikus de Borges
Ahora, los dejo con mi amigo platónico y maestro de la vida, JLB, que nos ha legado estos diecisiete haikus maravillosos, publicados en 1981.
Algo me han dicho
la tarde y la montaña.
Ya lo he perdido.
La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia.
¿Es o no es
el sueño que olvidé
antes del alba?
Callan las cuerdas.
La música sabía
lo que yo siento.
Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.
Oscuramente
libros, láminas, llaves
siguen mi suerte.
Desde aquel día
no he movido las piezas
en el tablero.
En el desierto
acontece la aurora.
Alguien lo sabe.
La ociosa espada
sueña con sus batallas.
Otro es mi sueño.
El hombre ha muerto.
La barba no lo sabe.
Crecen las uñas.
Esta es la mano
que alguna vez tocaba
tu cabellera.
Bajo el alero
el espejo no copia
más que la luna.
Bajo la luna
la sombra que se alarga
es una sola.
¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?
La luna nueva.
Ella también la mira
desde otra puerta.
Lejos un trino.
El ruiseñor no sabe
que te consuela.
La vieja mano
sigue trazando versos
para el olvido.