El concepto de redacción estratégica es complejo tanto en su definición como en su puesta en marcha. A continuación, explicaré un poco de qué se trata:
La redacción estratégica consiste en escribir de modo que un potencial lector, cuyas características conoceremos de antemano y en profundidad, no solo encuentre en nuestra propuesta de lectura el valor que está buscando, sino que, además, “compre” —muchas veces, literalmente— aquello que nosotros o nuestro cliente desea instalar en su mente o en el mercado.
Por cierto, persuadir a los lectores no se logra únicamente a través de la escritura de un texto correctamente estructurado. Mucho menos, cuando ese texto ha sido redactado con base en la inserción de keywords sin ton ni son o, por ejemplo, está plagado de comas mal ubicadas, entre otros vicios que dificultan la lectura y provocan una veloz retirada de la página web.
Según mi experiencia como redactora profesional, para que un contenido se vuelva motivador e irresistible deberá reunir ciertas condiciones IMPRESCINDIBLES.
Si aún no has descubierto de cuáles se tratan, presta atención a los siguientes consejos para la redacción estratégica:
En principio…
Escribe para seres humanos
Es cierto que Google es el juez supremo, sí; pero no pierdas de vista que clientes, usuarios, consumidores, jóvenes profesionales, mujeres de + de 50, investigadores o como le llamemos a nuestro público objetivo son personas. Como tales, merecen textos valiosos, originales y que respeten su inteligencia.
Luego…
Enfócate en las características de un determinado perfil o buyer persona
Ten en mente la representación de ese público objetivo en la figura de una buyer persona; es decir, la definición de las particularidades que ese grupo de “mujeres de + de 50”, por ejemplo, tiene en común: sus datos demográficos, motivaciones, comportamientos, objetivos personales, preocupaciones, desafíos y toda aquella información fehaciente que contribuya a su caracterización.
Finalmente…
Inspira confianza, transmite autoridad y, sobre todo, conecta con las emociones
Elabora un texto cuya lectura transmita credibilidad, fundado en datos concretos obtenidos a partir de fuentes serias, añadiendo enlaces a estas fuentes. Aporta elementos novedosos; introduce alguna inquietud que despierte el interés, abra nuevos interrogantes y prepare el terreno para el siguiente artículo.
Algo importantísimo: CONECTAR CON LAS EMOCIONES
Escribe textos originales y creativos. Siempre que puedas, utiliza verbos emocionales positivos: encantar, ilusionar, sorprender, enamorar, descubrir, disfrutar, soñar y muchos otros que despiertan la empatía y el buen humor.
Si tu texto resulta profesional y perfecto, pero aun así no logra generar proximidad, confianza, memorabilidad y retroalimentación, no se lograrán tus objetivos o los de tu cliente y todos tus esfuerzos puestos en la redacción estratégica habrán quedado en la nada.
En su libro En clave emocional, la escritora Ana Peluffo descubre la forma fascinante en la que Jorge Luis Borges hace uso de las emociones:
“En el caso de la temprana obra poética de Borges, compuesta bajo la órbita urbana del flâneur, el filtro afectivo desde el que poetiza la ciudad es la ternura, una emoción cercana a la compasión que fetichiza lo pequeño y lo menor por oposición a lo sublime romántico. Se podría pensar incluso, que en la visión imaginada que Borges da de la ciudad en Fervor de Buenos Aires (1923) el sujeto literario se construye a sí mismo como un flâneur sentimental que en vez de “botanizar” fríamente en el asfalto, como según Benjamin lo hacía Baudelaire en París, “desparrama […] ternura” por las calles de la ciudad (OC 45).
Dice en “Arrabal”, en la versión de las Obras completas:
El pastito precario,
desesperadamente esperanzado,
salpicaba las piedras de la calle
y divisé en la hondura
los naipes de colores del poniente
y sentí Buenos Aires. (OC 32, énfasis mío)
Dentro de un espacio geometrizado, parcelado en calles, jardines y patios, el sujeto lírico usa el diminutivo para captar la intensidad afectiva que generan en él las “austeras casitas […] abrumadas por inmortales distancias”, los “arbolitos asediados” y los “jardincitos” solitarios (34) a los que ve como islas de verde en un mar de cemento. Así como Borges se cierra al efecto sentimental de la anécdota amorosa que propone Isaacs, se zambulle en la emoción que le produce una ciudad asediada por los excesos arquitectónicos de la modernización.”